3.1
NUBES DE TORMENTA
Girls, Girls, Girls de Mötley Crüe sonaban en el móvil de Nacho
a todo volumen. Mientras tatareaba la canción, miraba ausente el paisaje mojado
y cubierto de la típica niebla matinal de Vigo, al tiempo en que pensaba aquel
increíble verano anterior que habían catalogado como desfase total. Puesto que
en Francia, se celebró, como ya se había echo años anteriores, un festival de
rock y heavy al que iban bastantes grupos conocidos como Kiss, Helloween,
Mötley Crüe… Ángel, Guillermo, Isma y Nacho, habían creado el grupo hace
escasas semanas y decidieron ir a ese festival, donde descubrieron el verdadero
significado de sexo, drogas y rock and
roll.
Apoyando la
cabeza en la ventana, Nacho cerró los ojos y sonriendo, recordó como en aquel inmenso
lugar, la amistad de los cuatro amigos, se hizo inseparable debido a las
numerosas anécdotas, ligues fallidos por parte de Ángel y Guillermo y rock en
estado puro que vivieron los tres días que duró aquel legendario festival.
Recordó que a
la vuelta de aquel festival, Nacho le entregó a su novia, Zoe, una camiseta de
Pantera que le había comprado como regalo. En casa de la adolescente, un día de
mucho calor en el que los dos se iban a bañar en la piscina, la chica se probó
su nueva camiseta y en opinión de Nacho, le quedaba perfecta, pero la chica
sonriente miró a su novio y soltó:
-Cariño, me
encanta. ¿Pero crees que esta camiseta va con mi estilo?
-Ah es verdad.
Ya no me acordaba que tú eras una pija que le encanta vestir de fucsia con súper vestidos monos.
La chica
arqueó sonriente una ceja e intentó golpearle, pero su novio la esquivó
-Hola, soy Zoey –continuó Nacho retomando la burla,- me
encanta escuchar Rihanna y a Mr. Bieber.
-Capullo –dijo
Zoey sin poder ocultar su sonrisa al intentarse hacer la enfadada.- Y no me
gusta Justin Bieber, ¡Capullo!
Nacho sabía
que no había cosa que más enfadase a su novia que decir que le gustaba Justin
Bieber. De nuevo, la chica intentó golpearle pero lo volvió a esquivar.
Zoey se rindió
y Nacho sonrió satisfecho, de nuevo había ganado otro asalto a su novia. Se
pasaban tardes enteras picándose el uno al otro. Sobre todo, Nacho atacaba a
los gustos musicales de su novia. Ella podía escuchar desde Metallica a los
Hombres G, de Linkin Park a Rihanna, de Iron Maiden a… ¡No! Se negaba a seguir
memorizándose grupos comerciales.
La joven le
dio la espalda a Nacho y todavía con la sonrisa en la cara, se quitó la
camiseta quedándose en sujetador. No le importaba cambiarse delante de su
novio, sabía que Nacho no era una hormona sedienta de sexo, sexo y más sexo.
Era maduro, muy maduro y eso a Zoey le encantaba. Los dos eran vírgenes y ya se
estrenarían en alguna ocasión, no había prisa. Nacho jamás la presionó para
hacerlo, era encantador. Su novio no buscaba sexo en la relación como hacía el
resto de los chicos de su generación.
Mientras Zoey
cogía su camiseta de Black Sabath, Nacho desvió la mirada para que se pudiese
cambiar a gusto. Pero con lo que no contaba era con el ataque sorpresa de la
chica que entre risas se abalanzó encima de su novio. Nacho dio un par de
traspiés al perder el equilibrio durante unos instantes pero consiguió
mantenerse estable de nuevo. Su novia, mientras, le daba golpecitos y mordiscos
cariñosos. Cuando el joven se disponía a contratacar, tropezó con una mochila
que había en el suelo y cayeron sobre la cama de la joven.
Nacho notó la
presión de los senos de su novia en su pecho y el dulce sabor de su saliva cuando
lo besó. Empezó a aumentar la temperatura en la habitación a medida que los
besos se hacían más apasionados. Primero en los labios, luego en el cuello. Zoey
se aventuró hasta el abdomen desnudo del chico. Nacho jugueteó con la apertura
del sujetador y sin dejar de acariciarla, lo desabrochó. Algún que otro gemido
ya se escuchaba. ¿Iba a ser su primera vez? ¿Ya? Nacho no podía parar y por lo
visto, su novia tampoco. El chico tragó saliva. Notó como algo se revolvía en
sus pantalones mientras acariciaba y besaba los senos de su novia. Zoey gemía
de placer, sobre todo cuando su chico comenzó a jugar con el elástico de su
tanga hasta que se aventuró a ir más allá.
Ya nada los
podía detener, iban a estrenarse. El calor aumentaba a cada segundo. Nacho notó
los besos de Zoey cada vez más abajo, el botón de su pantalón se desabrochó y
la cremallera se bajó.
Entre besos,
el placer llegó al cuerpo de los jóvenes. Era la primera vez de Nacho y no se
lo había imaginado nunca con alguien que no fuese Zoey. También era la primera
vez de Zoey y nunca se lo había imaginado con alguien que no fuese Nacho.
Sin embargo,
el tiempo había pasado y ya no estaban juntos todo por culpa de su padre. Su
padre, Isidro…
De
nuevo sus recuerdos volvieron a aquella extraña mañana en la que Isidro, habló
con él.
-Cuando
la tormenta estalle, ya no habrá vuelta atrás. Tú, tu madre, Natalia y… –Nacho
advirtió que una lágrima emanaba del ojo de su padre, pero este, con agilidad
se la secó.- Me tienes que prometer que pase lo que pase, no fallarás.
-Papá,
no entiendo nada. ¿Qué te ha pasado en la cara? ¿Cómo te has hecho esas
heridas?
-Esto
–respondió Isidro con manos temblorosas rozando la profunda herida al tiempo
que su cara palidecía más de lo que estaba.- Esto no es más que las oscuras e
intimidadoras nubes de tormenta. Nubes que imponentes nos vigilan desde el
cielo, nubes que nos advierten de que una fuerte tormenta está por llegar.
-Papá,
¿Qué tormenta está a punto de estallar?
-Una
legendaria, hijo –continuó su padre mientras con una sonrisa desquiciada se acariciaba
las heridas de la boca.- Una que será recordada a lo largo de los días, de las
semanas, de los meses, de los años, de los siglos… -Su sonrisa psicópata se
apagó y su rostro se ensombreció.- O quizás no. Quizás dentro de unas semanas
ya nadie recuerde nada porque ya no hay nadie quien pueda recordar...