martes, 14 de mayo de 2013


3.1
NUBES DE TORMENTA

Girls, Girls, Girls de Mötley Crüe sonaban en el móvil de Nacho a todo volumen. Mientras tatareaba la canción, miraba ausente el paisaje mojado y cubierto de la típica niebla matinal de Vigo, al tiempo en que pensaba aquel increíble verano anterior que habían catalogado como desfase total. Puesto que en Francia, se celebró, como ya se había echo años anteriores, un festival de rock y heavy al que iban bastantes grupos conocidos como Kiss, Helloween, Mötley Crüe… Ángel, Guillermo, Isma y Nacho, habían creado el grupo hace escasas semanas y decidieron ir a ese festival, donde descubrieron el verdadero significado de sexo, drogas y rock and roll.
Apoyando la cabeza en la ventana, Nacho cerró los ojos y sonriendo, recordó como en aquel inmenso lugar, la amistad de los cuatro amigos, se hizo inseparable debido a las numerosas anécdotas, ligues fallidos por parte de Ángel y Guillermo y rock en estado puro que vivieron los tres días que duró aquel legendario festival.
Recordó que a la vuelta de aquel festival, Nacho le entregó a su novia, Zoe, una camiseta de Pantera que le había comprado como regalo. En casa de la adolescente, un día de mucho calor en el que los dos se iban a bañar en la piscina, la chica se probó su nueva camiseta y en opinión de Nacho, le quedaba perfecta, pero la chica sonriente miró a su novio y soltó:
-Cariño, me encanta. ¿Pero crees que esta camiseta va con mi estilo?
-Ah es verdad. Ya no me acordaba que tú eras una pija que le encanta vestir de fucsia con súper vestidos monos.
La chica arqueó sonriente una ceja e intentó golpearle, pero su novio la esquivó
-Hola, soy Zoey –continuó Nacho retomando la burla,- me encanta escuchar Rihanna y a Mr. Bieber.
-Capullo –dijo Zoey sin poder ocultar su sonrisa al intentarse hacer la enfadada.- Y no me gusta Justin Bieber, ¡Capullo!
Nacho sabía que no había cosa que más enfadase a su novia que decir que le gustaba Justin Bieber. De nuevo, la chica intentó golpearle pero lo volvió a esquivar.
Zoey se rindió y Nacho sonrió satisfecho, de nuevo había ganado otro asalto a su novia. Se pasaban tardes enteras picándose el uno al otro. Sobre todo, Nacho atacaba a los gustos musicales de su novia. Ella podía escuchar desde Metallica a los Hombres G, de Linkin Park a Rihanna, de Iron Maiden a… ¡No! Se negaba a seguir memorizándose grupos comerciales.
La joven le dio la espalda a Nacho y todavía con la sonrisa en la cara, se quitó la camiseta quedándose en sujetador. No le importaba cambiarse delante de su novio, sabía que Nacho no era una hormona sedienta de sexo, sexo y más sexo. Era maduro, muy maduro y eso a Zoey le encantaba. Los dos eran vírgenes y ya se estrenarían en alguna ocasión, no había prisa. Nacho jamás la presionó para hacerlo, era encantador. Su novio no buscaba sexo en la relación como hacía el resto de los chicos de su generación.
Mientras Zoey cogía su camiseta de Black Sabath, Nacho desvió la mirada para que se pudiese cambiar a gusto. Pero con lo que no contaba era con el ataque sorpresa de la chica que entre risas se abalanzó encima de su novio. Nacho dio un par de traspiés al perder el equilibrio durante unos instantes pero consiguió mantenerse estable de nuevo. Su novia, mientras, le daba golpecitos y mordiscos cariñosos. Cuando el joven se disponía a contratacar, tropezó con una mochila que había en el suelo y cayeron sobre la cama de la joven.
Nacho notó la presión de los senos de su novia en su pecho y el dulce sabor de su saliva cuando lo besó. Empezó a aumentar la temperatura en la habitación a medida que los besos se hacían más apasionados. Primero en los labios, luego en el cuello. Zoey se aventuró hasta el abdomen desnudo del chico. Nacho jugueteó con la apertura del sujetador y sin dejar de acariciarla, lo desabrochó. Algún que otro gemido ya se escuchaba. ¿Iba a ser su primera vez? ¿Ya? Nacho no podía parar y por lo visto, su novia tampoco. El chico tragó saliva. Notó como algo se revolvía en sus pantalones mientras acariciaba y besaba los senos de su novia. Zoey gemía de placer, sobre todo cuando su chico comenzó a jugar con el elástico de su tanga hasta que se aventuró a ir más allá.
Ya nada los podía detener, iban a estrenarse. El calor aumentaba a cada segundo. Nacho notó los besos de Zoey cada vez más abajo, el botón de su pantalón se desabrochó y la cremallera se bajó.
Entre besos, el placer llegó al cuerpo de los jóvenes. Era la primera vez de Nacho y no se lo había imaginado nunca con alguien que no fuese Zoey. También era la primera vez de Zoey y nunca se lo había imaginado con alguien que no fuese Nacho.

Sin embargo, el tiempo había pasado y ya no estaban juntos todo por culpa de su padre. Su padre, Isidro…
               De nuevo sus recuerdos volvieron a aquella extraña mañana en la que Isidro, habló con él.
               -Cuando la tormenta estalle, ya no habrá vuelta atrás. Tú, tu madre, Natalia y… –Nacho advirtió que una lágrima emanaba del ojo de su padre, pero este, con agilidad se la secó.- Me tienes que prometer que pase lo que pase, no fallarás.
               -Papá, no entiendo nada. ¿Qué te ha pasado en la cara? ¿Cómo te has hecho esas heridas?
               -Esto –respondió Isidro con manos temblorosas rozando la profunda herida al tiempo que su cara palidecía más de lo que estaba.- Esto no es más que las oscuras e intimidadoras nubes de tormenta. Nubes que imponentes nos vigilan desde el cielo, nubes que nos advierten de que una fuerte tormenta está por llegar.
               -Papá, ¿Qué tormenta está a punto de estallar?
          -Una legendaria, hijo –continuó su padre mientras con una sonrisa desquiciada se acariciaba las heridas de la boca.- Una que será recordada a lo largo de los días, de las semanas, de los meses, de los años, de los siglos… -Su sonrisa psicópata se apagó y su rostro se ensombreció.- O quizás no. Quizás dentro de unas semanas ya nadie recuerde nada porque ya no hay nadie quien pueda recordar...

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