domingo, 20 de julio de 2014
He de anunciar que debido a unos problemas, he cambiado la dirección de mi blog y estoy volviendo a subir los capítulos de mi novela desde el principio, esta vez mejorados. La nueva dirección de mi blog es: http://pandemiathelastday.blogspot.com.es/ y espero que continuéis visitándola y, sobretodo disfrutándola como antes o incluso más. Disculpad las molestias y recordad: Sobrevivid en esta terrible pandemia...
martes, 21 de enero de 2014
13.3
SIN SALIDA
Esa fue la oportunidad que el adolescente estaba esperando e intentó escapar. Pero el
profesor, todavía agarraba con ansias la vestimenta del chico. Joder, ¿Es qué
esos seres no sentían nada? Cualquier humano, con semejante golpe en la espalda
contra el marco de esa puerta –mal acabada, en pésimo estado y completamente
astillada-, se estaría retorciendo de dolor. Sin embargo aquel ser no mostraba
sensación alguna de dolor.
No sentían, no
morían. Máquinas perfectas de matar.
Nacho
consiguió, tras agitarse violentamente, zafarse de las garras del monstruo.
Rápidamente, aprovechó esa oportunidad y se deslizó hacia atrás a una velocidad
vertiginosa, hasta ser frenado al chocar con la cabeza con la punta de un
pesado mueble metálico.
El golpe lo
aturdió viendo miles de puntitos de colores. Después, todo se había vuelto
negro. Aquello era el fin, el jodido fin.
Unas manos lo
agarraron y tiraron de él al tiempo que el estruendo del disparo le hacía
estremecer aun más. Aquellas manos que le agarraban, lo alejaron de la entrada
del cuartito y acto seguido, le abrazaron. Todavía con los ojos medio borrosos,
pudo adivinar que Zoey era la que le estaba abrazando y al mismo tiempo, estaba
saboreando un sentimiento que nunca antes había sentido: el de saber que
todavía estaba vivo.
-Tranquilo –le
susurró Zoey al oído.- Ya ha pasado todo.
-¡Todavía no!
–Gritó Isma
El No-Muerto
que acababa de recibir un disparo en la mandíbula, aun no se había rendido y
enloquecido y lleno de ira, buscaba la revancha. Se levantó y con la mandíbula
medio desconfigurada, emitió un espeluznante gemido.
-¡Dios!, ¿No
se suponía que si les disparabas a la cabeza, los matabas? –Preguntó Ángel
desesperado mientras apuntaba al ser que ahora iba directamente a él con los
brazos extendidos.
-¡A la
cabeza!, ¡Apunta al cerebro, en la frente! –Gritó Nacho jadeando, intentando
recuperarse del ataque.
Ángel asintió
varias veces nervioso, dando a entender que y había comprendido a donde debía
disparar. De nuevo, alzó la Glock y disparó. La caliente bala hizo impacto en
la blanca pared, había fallado. Empapado en sudor, rectificó y apuntando mejor,
abrió fuego dos veces seguidas.
El profesor
cayó al suelo y como por arte de magia, dejó de moverse. El cadáver quedó
tumbado en una posición totalmente natural, como si tan solo estuviese dormido,
cerca de la entrada del cuarto, dejando un charco de sangre a su alrededor.
Ángel fue
asaltado por unas arcadas que remataron en vómito. Acababa de matar a una
persona. Eso era delito ¿No? No, ya no. El chico disparó porque aquel
esquizofrénico les estaba intentando matar. Aquello le alivió más o menos, él
no era culpable.
Mientras,
Nacho todavía respiraba entrecortadamente mientras con sus manos, palpaba cada
centímetro de su hombro al cuello, intentando encontrar su herida. Pero no la
halló por el mero hecho de que el No-Muerto, no le había llegado a morder
carne. Lo único que aquel ser había arrancado, fue la mitad de la capucha y
cuello de la sudadera. Y el líquido que había sentido era la sangre coagulada
que el profesor tenía acumulada en la boca.
Respiró todo
lo aliviado que pudo, ya que en una situación como esa, uno no alcanzaba a
relajarse del todo.
Esos cuatro
disparos, habían sido como un detonador. Los golpes en la puerta de los
No-Muertos, se habían multiplicado.
Y es que en
realidad, a menos de dos metros, al otro lado de la puerta, más de treinta
muertos, reclamaban incansables a sus presas.
Y tarde o
temprano, las atraparían.
Sin embargo,
Nacho sin llegar a aceptarla, con un último esfuerzo, consiguió rodar sobre su
cadera hacia la izquierda y de este modo, conseguir que el cuerpo del monstruo
impactase contra el marco de la puerta.
Esa fue la
oportunidad que el adolescente estaba esperando e intentó escapar. Pero el
profesor, todavía agarraba con ansias la vestimenta del chico. Joder, ¿Es qué
esos seres no sentían nada? Cualquier humano, con semejante golpe en la espalda
contra el marco de esa puerta –mal acabada, en pésimo estado y completamente
astillada-, se estaría retorciendo de dolor. Sin embargo aquel ser no mostraba
sensación alguna de dolor.
No sentían, no
morían. Máquinas perfectas de matar.
Nacho
consiguió, tras agitarse violentamente, zafarse de las garras del monstruo.
Rápidamente, aprovechó esa oportunidad y se deslizó hacia atrás a una velocidad
vertiginosa, hasta ser frenado al chocar con la cabeza con la punta de un
pesado mueble metálico.
El golpe lo
aturdió viendo miles de puntitos de colores. Después, todo se había vuelto
negro. Aquello era el fin, el jodido fin.
Unas manos lo
agarraron y tiraron de él al tiempo que el estruendo del disparo le hacía
estremecer aun más. Aquellas manos que le agarraban, lo alejaron de la entrada
del cuartito y acto seguido, le abrazaron. Todavía con los ojos medio borrosos,
pudo adivinar que Zoey era la que le estaba abrazando y al mismo tiempo, estaba
saboreando un sentimiento que nunca antes había sentido: el de saber que
todavía estaba vivo.
-Tranquilo –le
susurró Zoey al oído.- Ya ha pasado todo.
-¡Todavía no!
–Gritó Isma
El No-Muerto
que acababa de recibir un disparo en la mandíbula, aun no se había rendido y
enloquecido y lleno de ira, buscaba la revancha. Se levantó y con la mandíbula
medio desconfigurada, emitió un espeluznante gemido.
-¡Dios!, ¿No
se suponía que si les disparabas a la cabeza, los matabas? –Preguntó Ángel
desesperado mientras apuntaba al ser que ahora iba directamente a él con los
brazos extendidos.
-¡A la
cabeza!, ¡Apunta al cerebro, en la frente! –Gritó Nacho jadeando, intentando
recuperarse del ataque.
Ángel asintió
varias veces nervioso, dando a entender que y había comprendido a donde debía
disparar. De nuevo, alzó la Glock y disparó. La caliente bala hizo impacto en
la blanca pared, había fallado. Empapado en sudor, rectificó y apuntando mejor,
abrió fuego dos veces seguidas.
El profesor
cayó al suelo y como por arte de magia, dejó de moverse. El cadáver quedó
tumbado en una posición totalmente natural, como si tan solo estuviese dormido,
cerca de la entrada del cuarto, dejando un charco de sangre a su alrededor.
Ángel fue
asaltado por unas arcadas que remataron en vómito. Acababa de matar a una
persona. Eso era delito ¿No? No, ya no. El chico disparó porque aquel
esquizofrénico les estaba intentando matar. Aquello le alivió más o menos, él
no era culpable.
Mientras,
Nacho todavía respiraba entrecortadamente mientras con sus manos, palpaba cada
centímetro de su hombro al cuello, intentando encontrar su herida. Pero no la
halló por el mero hecho de que el No-Muerto, no le había llegado a morder
carne. Lo único que aquel ser había arrancado, fue la mitad de la capucha y
cuello de la sudadera. Y el líquido que había sentido era la sangre coagulada
que el profesor tenía acumulada en la boca.
Respiró todo
lo aliviado que pudo, ya que en una situación como esa, uno no alcanzaba a
relajarse del todo.
Esos cuatro
disparos, habían sido como un detonador. Los golpes en la puerta de los
No-Muertos, se habían multiplicado.
Y es que en
realidad, a menos de dos metros, al otro lado de la puerta, más de treinta
muertos, reclamaban incansables a sus presas.
Y tarde o
temprano, las atraparían.
viernes, 3 de enero de 2014
13.2
SIN SALIDA
Aquella frase golpeó como plomo a
todos los supervivientes. Estaban en una cárcel… Esas palabras eran las más
reales pero más atormentadoras que habían escuchado hasta ese momento.
-¡Estamos
y moriremos en esta puta cárcel si no hacemos nada para evitarlo! –Replicó
Nacho intentando levantar la moral de sus amigos
-¿Y
qué coño quieres hacer? –Preguntó Rubén perdido de los nervios.
-Sencillo.
Escapar por la única salida posible: las ventanas –contestó Nacho.
-¿Pero
tú has escuchado algo, Baquetas? –Refutó Isma.
-Dejadme
explicar; es muy sencillo. Solo tenemos que entrar en el cuartito y coger algo
que nos sea útil –comenzó a explicar el adolescente mientras ya ponía rumbo al
lugar citado.- Además, cuando escapemos, probablemente necesitemos material, en
ese cuarto, Jaime guarda de todo. Tendremos todo lo que necesitamos.
-Y
cabe la posibilidad de que también haya medicamentos para Pablo. Es verdad
–comentó Ángel esperanzando levantándose de la pared en la que se había
apoyado.-, ¡Puede ser una mina de oro!
El
resto del grupo se miró, quizás abrir aquella puerta era la única que opción
que tenían para poder escapar de allí con vida.
Nacho
apoyó la Glock en la mesa más cercana y agarró el pomo de la puerta que cerraba
el cuarto. Con un fuerte tirón, la abrió.
Se
estremeció al llegarle a las fosas nasales, un leve aroma a sangre y a partir
de ese momento, todo sucedió muy rápido.
Un
montón de material de laboratorio amontonado en el interior del cuarto, al lado
de la puerta de este, se vino abajo con un gran estruendo al caer y
fragmentarse en el suelo. Tras eso, de la oscuridad de la habitación,
emergieron un par de brazos de un color cerúleo y después, el resto del cuerpo.
El profesor de Física y Química, un hombre de unos cincuenta años, con un polo azul
marino teñido en sangre estirado debido a la barriga cervecera, una expresión
muerta en los ojos y una boca ensangrentada y ferozmente abierta. Un No-Muerto.
Los
reflejos obtenidos a través del judo, fueron lo que le salvaron la vida a Nacho
en ese preciso instante. Consiguió dar un veloz paso atrás que evitó que el
No-Muerto le sentenciara con una devastadora dentellada en la yugular.
Sin
embargo, el muerto tropezó con todo el material de laboratorio, desperdigado
por el suelo y dio un par de traspiés para a continuación, caer encima del adolescente.
Nacho, no consiguió alcanzar la pistola antes de que todo el peso de su
ex-profesor le cayera encima y con él impulso de los dos, acabasen aterrizando
en el suelo.
El
adolescente tenía al monstruo totalmente pegado a él, casi podía sentir su respiración,
si la tuviese. Consiguió mantener la boca del No-Muerto alejado de su carne al
sujetarle los brazos y tener la pierna derecha semiflexionada entre los dos.
-¡AYUDA!
–Gritó Nacho desesperado comenzando a notar dolorosos calambres en los brazos al
mantenerlo encima suya impidiendo que el enloquecido profesor clavase sus
dientes es su cuerpo.- ¡Joder, sacádmelo de encima!
Ángel
pensó a toda velocidad y mientras Isma, Zoey y Rubén se levantaban corriendo a
liberar a Nacho del No-Muerto, él corrió a por la Glock.
El
muerto, sin demostrar ninguna sensación de cansancio, continuaba su cometido de
mater y devorar a su presa. Abría y cerraba la mandíbula sin cesar, cada vez
más cerca del cuello de Nacho, más cerca.
El
chico ya no podía más, más cerca.
Con
un gruñido de dolor, Nacho, notó como los dientes del No-Muerto estaban a menos
de cinco centímetros de su cuello y cada vez aun más cerca, más cerca, más…
Un
aullido de sorpresa resonó por toda la clase, un gritó que estremeció y dejó
sin respiración a los seis supervivientes. El rostro de Nacho palideció al
momento. Ese grito había emergido de su propia garganta al notar como el
No-Muerto cerraba sus fauces sobre él. No sintió dolor, solo algo líquido y
pegajoso sobre la base de su cuello, ¿Así era la muerte?
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