1.3
EL PRINCIPIO DEL FIN
-Joder
Baquetas, ¿Por qué no me has dicho nada? Tío, es bueno que hagas las paces con
Guillermo, por supuesto. No podéis dejar que una mierda de enfrentamiento rompa
la amistad que tenéis desde enanos. Al mismo tiempo, también tienes que
arreglarlo con Zoe.
Nacho cerró
los ojos y pulsó un botón para continuar viendo fotos. Eran las fotos del
cumpleaños de Isma. Hace un mes, ¿A quien se le ocurría subirlas ahora? Fue Valentina,
la novia de Isma quien lo hizo, seguramente ella no supiese que Nacho y Zoe lo
habían dejado. El chico dejó volar su imaginación hasta ese día, cuando ambos estaban
sentados en el jardín de la casa del cumpleañero, que vivía en Mos, un pequeño
pueblo a escasos diez kilómetros de Vigo. 
Había sido una
gran fiesta que empezó con la entrega de un gran regalo que habían comprado a
medias los ocho invitados que fueron al cumpleaños: un nuevo bajo de colores
que simulaban llamas ardiendo sobre dos calaveras enfrentadas con tatuajes en
las sienes. Luego, fueron a la piscina. Resultaba heroico bañarse en los
últimos días del otoño en un lugar como Galicia, pero ellos lo hicieron un buen
rato a pesar de la frialdad del agua. Por suerte, ese día había una buena
temperatura en el exterior. Todos probaron el agua salvo Silvia, la amiga
inseparable de Zoe, que temía coger una neumonía. Mientras se secaban, Nacho y
su novia se sentaron en el verde césped recién cortado, seguramente de esa
mañana, a secarse bajo el Sol como lo haría un lagarto posado en una piedra. Ambos
se miraban, se querían, se amaban. Zoe se acercó y le dio un beso en los labios
a su novio. Nacho sonrió y la miró fijamente. Con la mano derecha empezó a
acariciar sus suaves mejillas mientras miraba fijamente sus profundos ojos
color miel rasgados, realzados por unas cejas delgadas y alzadas, a juego con
su pelo. Separó algunos mechones rebeldes que le tapaban el ojo izquierdo y
jugó con ellos entre sus dedos. Su pelo dorado, se ondulaba como suaves olas de
mar en un día calmado de viento y como las pequeñas dunas del desierto. Su
frente lisa y una nariz mediana resaltaban su boca formada por unos labios
rojos bien definidos, con una ligera elevación de las comisuras superiores y
una buena definición del arco de Cupido. Sus labios se separaron y dejaron a la
vista unos blancos dientes que formaron una tierna sonrisa que Nacho amaba.
Nada podía salir mal, nada ni nadie los podía separar.
Ahora, pensar
eso resultaba irónico. Nacho sintió como una lágrima le recorría la mejilla.
Pasando la manga del pijama, se la secó. Acto seguido decidió despedirse de su
amigo para irse a dormir.
-Bueno tío, me
voy a dormir que hoy estoy un poco cansado. Mañana nos vemos.
-Si, mañana
nos vemos y hablamos en persona. Hasta luego.
Nacho cerró el
Tuenti, detuvo la música y apagó el portátil. Se levantó para estirar un
momento las piernas y cogió la taza de leche para llevarla de nuevo a la
cocina, pero algo le detuvo. Su móvil empezó a vibrar, alguien le estaba
llamando. ¿A la una de la noche? Quizás fuese Zoe o Guillermo. Pero no, no era
ninguno de los dos, era su abuela ¿Su abuela llamándole a estas horas de la
noche? Nacho descolgó el móvil y empezó a hablar:
-¡Hola abuela!
–dijo Nacho intentando parecer lo menos extrañado posible.
-Hola cariño
–contestó saludando la abuela desde el otro lado del aparato.- ¿Qué tal estás?
-Bueno, he
tenido momentos mejores… ¿Tú que tal por Coruña? –Preguntó Nacho queriendo
saber que tal le iba. Su abuela llevaba viviendo desde pequeña en A Coruña y en
esa ciudad tuvo a su hijo, su padre. Pero este, por trabajo se mudó a Vigo y
allí conoció a Sol, con la que se casó y tuvo dos hijos. 
-Bien bastante
bien. Aguantando a tu primo pequeño de tres años, es un gitano. No para de
hacer gamberradas. Pero bueno, es pequeño, todos lo fuimos. –Durante unos
segundos hubo silencio. Nacho echaba mucho de menos a su abuela, pues la quería
muchísimo y aunque A Coruña y Vigo no estuviesen a mucho más de 150 kilómetros,
no tenían la oportunidad de verse muy a menudo, por lo que cada semana hablaban
por teléfono.
-¿Por qué hoy
has llamado tan tarde?
-Sé que no
todo va bien en tu casa. Tu padre…
-Abuela, ¿Cómo
sabes lo que está pasando? ¿Qué es lo que sabes? –Preguntó Nacho interrumpiendo
a su abuela un tanto desconcertado. La anciana se quedó callada durante unos
segundos y no pasó un rato hasta que retomó la palabra.
-Tu padre es
alguien que odia como es el mundo: la existencia de tantas desigualdades entre
humanos, la desaparición de los bosques vírgenes, las guerras, la posibilidad
de una tercera guerra mundial por la ambición humana… Desde pequeño, Isidro
quiso cambiar el mundo, creció y se desenvolvió con esos ideales. Era su sueño;
cambiar el mundo sin importar el cómo ni las consecuencias, obtener un mundo
mejor y de paz su objetivo. Tuvo muchos problemas por esos ideales, demasiados…
Aseguraba que tenía la solución para terminar con la corrupción, las
desigualdades y los problemas mundiales; pero era una solución radical. Desde
que tu abuelo murió por culpa de esa supuesta solución, Isidro no volvió a
hablar ni a tocar nunca más su plan. O eso pensaba yo…
 
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