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RATONERA
La situación era crítica pero no
dejaba de ser surrealista; los estudiantes que hasta hacía poco se habían dado
por muertos, se levantaron y como si nada hubiera ocurrido, comenzaron a
caminar. Pero caminaron para buscar comida y esa comida no era otra cosa que
carne humana. Carne humana viva.
Y
por sin no fuera poco, el panorama empeoraba por momentos. Rubén e Isma
luchaban contra dos No-Muertos mientras con repugnancia, observaban como cuatro
o cinco de esos seres, se estaban comiendo a Paula.
Mientras,
el policía ya había gastado su munición y al tiempo que recargaba, Ángel y
Nacho lo cubrían como podían golpeando con furia a sus antiguos compañeros y
es, aunque les doliese luchar a muerte contra lo que fueron hasta hace unos
escasos cuarenta y cinco minutos eran amigos suyos, no podían aflojar la
fuerza. Si lo hacían, morirían. En realidad, había dos opciones, rendirse y
convertirse en comida para los trastornados No-Muertos o, no aflojar la furia y
sobrevivir. Y sin dudarlo, habían escogido realizar la segunda opción.
Un
grito femenino, puso los pelos de punta a Nacho al reconocer aquella voz. ¡Era
Zoey! Un No-Muerto se había abalanzado contra ella pero Pablo, le había
propinado una patada en el estómago que hizo retroceder al ser un par de metros
hacia atrás. Pero el muerto, no se rindió y de nuevo, atacó a la pareja que no
se dio cuenta que por su espalda se acercaba otro No-Muerto.
-¡PABLO,
ZOEY! ¡A VUESTRA ESPALDA! –Gritó Nacho con todas sus fuerzas haciéndose oír por
encima de los gritos, los golpes, los disparos pero sobre todo, de los gemidos.
La pareja se giró para ver como un No-Muerto se lanzaba contra ellos. Con
dificultad en el último instante lo consiguieron esquivar.
-¡Hay
que salir de la clase! –Vociferó Ángel proporcionando una patada digna de un
elevado cinturón de kung en pleno pecho a un No-Muerto.- ¡Si continuamos aquí,
nos atraparan! ¡Estamos en una jodida ratonera!
Isma
y Rubén consiguieron abrirse paso costosamente entre la multitud de No-Muertos
para llegar al grupo que se encontraba formado en el centro de la clase por el
resto de los supervivientes.
-¡El
chico tiene razón! –Gritó el policía al tiempo que abría fuego contra una joven
de pelo negro que se acercaba peligrosamente a Pablo.- ¡Tenemos que salir!
El
agente se puso en la cabecera del grupo y disparando, empezó a abrir camino al
resto de los vivos. O lo intentaba, ya que los No-Muertos eran demasiados
numerosos. ¿Cuántos habría? ¿Cincuenta, sesenta? Por cada uno que caía,
aparecían dos o tres más. Un aullido desgarrador resonó en la clase cuando un
muerto arrastrándose en el suelo, mordió en el gemelo derecho a Pablo. Con una
fuerte patada en plena sien, Isma consiguió liberar al herido de la dentellada,
pero la mordedura había hecho su función. Pablo notó algo pegajoso en los
pantalones, bajó la mirada y comprobó mareándose, que sus pantalones estaban
totalmente empapados de sangre. El comunista, le ayudó a continuar la huida
dejando al compañero de su clase, que se apoyase en él.
-¡Mierda,
tengo que recargar! –gritó el policía cuando se dio cuenta de que su arma había
dejado de disparar y hacía el característico click informador de que la munición se había agotado.
Media
docena de esos seres, aprovecharon ese instante de vulnerabilidad para
abalanzarse sobre el indefenso agente. Este no pudo hace más que soltar la
pistola a medio cargar, lanzando un aullido de dolor y sorpresa. Nacho recogió
su pistola mientras el policía desaparecía bajo una inmensa masa de No-Muertos
que aumentaba por segundo.
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