11.1
…LOS MUERTOS CAMINARÁN SOBRE LA TIERRA
Gael era un
chico al cual le encantaba ser el centro de atención; era delgado y llevaba un
corte de pelo que él mismo denominaba “moderno”. Su piel morena era muy
envidiable –algunos incluso afirmaban que su futuro iba a ser como modelo
gracias a esa piel- y siempre resaltaba debido a su amplio conjunto de ropa de
marca pija. Era guapo, muy guapo –lo que ayudaba a la teoría de que sería un
gran modelo- y siempre producía un gran revuelo entre las chicas. Pero había un
problema, Gael era gay. Y fue en el verano del año anterior, cuando por fin se
atrevió a salir del armario y lo hizo a lo grande. Nacho, Ángel e Isma con
infinita picardía todavía recuerdan aquella noche en la que un buen botellón
dejó vulnerable a Guillermo y a raíz de eso, Gael entró en acción. El afectado
siempre se había intentado borrar ese amargo momento de la cabeza, pero sus
amigos, se lo impidieron recordándoselo cada poco tiempo. Lo que es cierto es
que nunca nadie supo de verdad si Gael y Guillermo se liaron aquella noche, no
es más que una leyenda urbana. Algunos afirmaban que los vieron y otros lo
negaban. El propio Guillermo lo negaba y al contrario, Gael decía que aquella
noche había sido única. Posiblemente todo lo que ocurrió nunca saliese a la
luz.
Si a Gael
siempre le encantaba ser el centro de atención, en ese momento se estaba
luciendo: todo el mundo estaba observando en una mezcla entre confusión y miedo
como el cuerpo del chico gay, estaba respirando.
-¿Qué demonios
está ocurriendo? –Preguntó Paula derrumbándose en el suelo entre sollozos.
-Es imposible,
totalmente imposible –contestó el policía negando con la cabeza.- Ese chico
estaba muerto. Lo he comprobado hace nada, ¡Estaba muerto!
-Pues se ve
que no lo has comprobado bien –contestó Isma con una mirada fulminante hacia el
policía. Este evitó la mirada del alumno y la desvió hacia Fernando pero el
profesor continuaba en silencio. Sus aterrorizados ojos miraban a su antiguo
alumno que ahora estaba comenzando a tener un pequeño tic en la mano izquierda.
Durante los
siguientes minutos, todos permanecieron en silencio, contemplando atónitos
aquella macabra escena. Su pecho subía y bajaba a un ritmo lento pero constante
mientras que el tic de la mano, ya se encontraba en todo el brazo izquierdo.
Aquello no podía estar sucediendo, era innatural.
Las sacudidas
del brazo, se fueron prolongando a todas las extremidades del cuerpo en escasos
segundos. Todo el cuerpo de Gael estaba siendo sacudido por una descarga
eléctrica. En su piel pálida y manchada de sangre, se podían apreciar claros
cambios; varias venas de su cuerpo estaban empezando a remarcarse y a romperse,
dando al joven alumno un aspecto demoníaco.
Paula, tirada
en el suelo estaba totalmente aterrorizada, con los ojos rojos a causa de los
lagrimones no paraba de susurrar palabras en un tono inaudible.
A su lado,
Ángel estaba echo un ovillo, rezando por lo bajo frases de la biblia pidiendo
ayuda a Dios. Nacho lo miró asustado, su amigo debía de estar perdiendo el
juicio; nunca había dado su apoyo a la iglesia ni a la religión y sin embargo
ahora, le estaba suplicando a Dios ayuda.
Pero no eran
solo ellos, todos estaban susurrando palabras, incluso Nacho, se dio cuenta que
el mismo estaba pidiendo socorro a nadie en particular. Aquello era demasiado,
excesivo para unos simples niños de 16 años que hasta hace una escasa hora, se
consideraban adultos.
Nacho estaba
asustado, tenía miedo. Pensaba que aquello no podía ser más irreal pero se
equivocaba, podía serlo. Con lagrimones por todas sus mejillas, pudo ver que
aquel panorama empeoraba por momentos. Todos los cuerpos muertos de sus
compañeros que yacían alrededor, estaban empezando a mover el pecho y algunos
ya habían comenzado con aquel tic. ¿Qué estaba ocurriendo?
Los alumnos,
tan desconcertados como los adultos, se miraban los unos a los otros intentando
hallar en los ojos de alguien una respuesta, pero no existía. Fernando, pálido
como un muerto miró a policía y este le devolvió la mirada asustado. El agente
balbuceó algo y Fernando asintió. Con ligera torpeza, el profesor se levantó de
la mesa en la que, hasta ese momento hubo sentado y con pasos lentos y poco
decididos, llegó hasta el supuesto cadáver de Gael, que había dejado de vibrar.
Ahora solo movía el pecho rítmicamente.
El catedrático
se arrodilló ante el cadáver de su antiguo alumno y durante unos eternos
segundos, lo observó. Se inclinó hacia delante, tratando de percibir la
respiración del chico, pero no respiraba.
De repente,
Gael abrió los ojos, totalmente ensangrentados –debido a todas las venillas
invisibles y visibles que le habían estallados mientras inútilmente luchaba por
respirar- y abrió la boca totalmente teñida de sangre, emitiendo un
escalofriante gemido.
¿Olvidar
alguna vez aquel sonido? Imposible. Aquel sonido era terrorífico, un profundo
gemido sacado de las mismísimas entrañas del infierno. Seguramente, hasta el
propio diablo temía aquel aterrador sonido. Vago y seco, el gemido podía poner
los pelos de punta a cualquiera; salía a través de una garganta totalmente destrozada
de tejidos que mientras moría, se habían hinchado hasta reventar y llenar toda
la tráquea de sangre. Describirlo más, es imposible, había que estar en ese
momento en la clase de 4ºB para saber
que aquel sonido inhumano y demoníaco, era capaz de aparecer a partir de
ese momento en cualquiera de tus pesadillas. Y Nacho estaba allí, escuchando
aquel gemido mientras quedaba grabado en su mente: jamás se lo podría sacar de
la cabeza y mucho menos olvidarlo.
Todo sucedió
demasiado rápido a partir de ese momento. Nadie reaccionó a tiempo para
advertir a Fernando de lo que estaba sucediendo. Para cuando el agente había
abierto la boca para avisarle, Gael o, mejor dicho, el monstruo que ahora vivía
en el cuerpo del chico, se abalanzó a la base del cuello del profesor y con un
violento giro de cabeza, le arrancó un gran pedazo de carne del tamaño de un
puño dejándolo desangrado. Fernando no pudo hacer más que lanzar un aullido de
dolor confusión y miedo antes de caer de lado, tieso como una piedra.
Joder, aquello
era demasiado, excesivo, pero sobre todo imposible. Gael estaba realizando un
acto de canibalismo delante de ellos y no podían hacer más que llorar y algunos
vomitar.
La sangre
salía a borbotones a través de la inmensa herida del profesor. Gael apoyó su
fosforito pantalón teñido de sangre en el charco de sangre y con ayuda de sus
manos, comenzó a destripar al catedrático. Aquella escena, también permanecería
en su mente para el resto de la existencia de los allí presentes, sin poder
jamás olvidarla. Las manos del alumno se introducían en la nueva herida de
Fernando a la altura del estómago y de ella, sacaba grandes cantidades de
órganos y carne que sin remordimientos se introducía en la boca. El hedor a
sangre se dispersó como un rayo por la habitación e hizo que incluso el policía
vomitase.