miércoles, 30 de octubre de 2013

11.4
…LOS MUERTOS CAMINARÁN SOBRE LA TIERRA

Rubén, que fue el primero en reaccionar, corrió a salvarla y con un empujón, consiguió liberar a Paula de las fauces de aquel monstruo.
Pero de nuevo, el No-Muerto, no vaciló en detenerse y con los brazos extendidos y realizando un sonoro gemido, se abalanzó contra Rubén. El comunista, que agarraba por la cintura a la dañada Paula, se disponía a propinarle una patada al ser demoníaco cuando notó que la chica a la que sostenía, caía al suelo.
Y es que, aunque Rubén no lo supiese, los segundos que le quedaban de vida a Paula, estaban contados. El mordisco, le había arrancado la carótida y su cerebro, se estaba muriendo por falta de riego al tiempo, que se desangraba.
-Rubén… -balbuceó la chica mientras su compañero comunista le observaba con horror la herida que le había condenado.- Ayuda…
Pero antes de ver como la luz de la vida se escapaban de los ojos de Paula, Rubén tuvo que protegerse malamente contra el nuevo ataque del No-Muerto. Forcejeando, consiguió que no le inyectase los dientes en el hombro, pero no lo conseguiría mantener a raya infinitamente.
Cuando tenía los dientes del maligno caníbal a menos de diez centímetros de la base de su cuello, llegó Isma que agarrando de la camiseta blanca -teñida en sangre- del No-Muerto, lo consiguió apartar el tiempo y la distancia suficiente para liberar a Rubén del forcejeo contra aquel ser.
Las cosas se estaban complicando por momentos. Todos los que, durante la agonía de la tos, habían muerto, ahora estaban reviviendo en busca de la carne de los vivos.

En aquel preciso instante, había comenzado el apocalipsis. Aquello, había marcado el principio del fin de la raza humana.

domingo, 13 de octubre de 2013

11.3
…LOS MUERTOS CAMINARÁN SOBRE LA TIERRA

Pero Gael no consiguió morder al agente ya que Nacho y Ángel consiguieron reaccionar a tiempo y con un salvaje placaje, liberaron al policía de las garras del caníbal. Pero de nuevo, el homosexual se levantó y con un vago gruñido sordo se abalanzó una vez más contra sus presas, pero esta vez contra un inmóvil Ángel.
Por suerte, el agente consiguió reaccionar a tiempo y se interpuso entre los dos. Cuando tenía al supuesto muerto delante de él apretó sin vacilar el gatillo una última vez. Del cañón, situado a menos de treinta centímetros de la cabeza de Gael, salió una caliente bala que impactó en el rostro del joven.
Entre ceja y ceja del adolescente, apareció una flor roja que comenzó a sangrar. Con fuerza, cayó hacia atrás y se derrumbo sobre una silla que había a su espalda, donde definitivamente dejó de moverse.
Fueron unos segundos eternos los que sucedieron. La habitación con olor a sangre y pólvora, permanecía en silencio. Temblando por la mezcla del miedo y del dolor de la herida del brazo, el policía se acercó a Gael con precaución y le propino una patada en la cara. El caníbal estaba definitivamente muerto.
Pero no hubo tiempo para descansar, pues a continuación, sucedieron demasiadas cosas al mismo tiempo.
Nacho estaba observando el cadáver de Gael cuando por el rabillo del ojo, vio una sombra tambalearse torpemente a su derecha. Rápidamente se giró y dio la voz de alarma alejándose aterrorizado de lo que antes había sido un compañero suyo de 4º. Aquella situación estaba acabando con su juicio.
El policía reaccionó rápido y apuntó al corazón del chico y disparó. Pero el adolescente –si se le podía denominar así-, se incorporó de nuevo, como si aquel balazo no hubiera sido más que cosquillas.
¿Pero qué coño estaba sucediendo? ¿Es que esos chicos que murieron eran inmortales?
El agente, realmente asustado, apuntó a la cabeza del chico y sin vacilar, disparó. La frente del chico se abrió y como plomo, cayó al suelo. Sin volver a intentarse levantar.
-¡Ahí viene otro! –gritó Isma señalando a una chica de pelo rubio, alta y delgada, extremadamente delgada y con una mirada perdida. Nacho se ahogó en sus ojos, muertos, rematadamente muertos.

El policía se volvió y tembloroso, apuntó a la joven que con los brazos extendidos iba con ansia hacia Pablo. Cuando se disponía a abrir fuego, algo le estremeció. Un rugido de sorpresa, dolor y miedo, se extendió a lo largo del aula. Todos se volvieron aterrorizados y vieron como un No-Muerto –así decidió bautizarlos Nacho-, clavaba sus dientes en el cuello de Paula. 

viernes, 11 de octubre de 2013

11.2
…LOS MUERTOS CAMINARÁN SOBRE LA TIERRA

-¡JODER GAEL! ¡¿QUÉ ESTÁS HACIENDO?! –Preguntó Paula totalmente histérica. La joven estaba perdiendo la cabeza, bueno, como todos los que estaban presenciando aquella macabra escena venida de la más terrorífica película de terror.
Gael, que estaba a punto de llevarse a la boca una pequeña porción de hígado –o lo que quedaba de él-, se detuvo y lentamente, volvió la cabeza hasta el histérico, conmocionado y repugnado público y entonces vio al pequeño grupo –en realidad, nunca supieron si los vio o simplemente los sintió como sus presas-. La mirada de Nacho no pudo hacer otra cosa que clavarse en la de Gael. Ojos vidriosos y ensangrentados, miraban con odio a los espectadores, pero sobre todo, eran ojos de un muerto, de un muerto que había vuelto a la vida. Irónico pero real, joder si lo era.
Las venas y los vasos sanguíneos que antes se le habían empezado a hinchar, ahora los tenía a punto de reventar resaltando sobre su piel pálida de un color grisáceo. Abrió la boca y de ella volvió a emanar un gemido como el anterior, posiblemente, esta vez más escalofriante, pues iba dirigido a ellos.
Con movimientos torpes pero sobre todo ansiosos, logró incorporarse tambaleante. Dio un par de traspiés antes de poner rumbo fijo a sus presas. El nuevo caminar de Gael era un paso lento y poco coordinado, como si estuviese bebido. Su arrastre de pies acompañado de algún leve gemido, consiguió poner a todos los pelos de punta y helar la sangre hasta al mismo agente que empezaba a entrar en acción.
-¡Te lo repito por última vez, chaval!, ¡Si no te detienes, me obligarás a abrir fuego! –rugió el policía ahogado en sudor y desesperación. Cargó la glock y sin dejar de apuntar al pecho del chico, dio una última advertencia.- ¡No te acerques más!, ¡DISPARO!
El sonido del arma disparando, resonó en toda la habitación dañando los tímpanos de los jóvenes, acompañado del brinco de todos y del grito de Paula y Zoey. La bala hizo impacto en el muslo de Gael, de donde empezó a surgir una amapola de sangre. Pero el chico no se inmutó, con su caminar lento pero decidido, continuaba acercándose al agente. El policía dudo un instante entre confusión y miedo, pero con los ojos enrojecidos apuntó y disparó al pecho del alumno. El impacto hizo retroceder un par de pasos a Gael que, sin detenerse, continuó.
El agente negaba con la cabeza aquella situación. Le acababa de meter un tiro en el pecho, ¡En el corazón! Ningún hombre sobrevive a un disparo en ese órgano. Aquello rompía cualquier esquema científico-biológico.
Un nuevo disparo impactó en el estómago del homosexual, pero de nuevo, sin vacilar, el chico continuó su camino.
-¡Joder! ¡Esto no tiene jodido sentido! –Gritó el policía perdido de los nervios. Si aun no tuvieron suficiente con la repentina muerte de la práctica totalidad del colegio, ahora se tenían que enfrentar a niños inmortales. A niños muertos inmortales, se corrigió el agente.
Un nuevo gemido lo despertó de su confusión y poniendo todo su empeño en acabar con aquel “ser” inmortal, comenzó a apretar el gatillo sin soltarlo. Una tormenta de disparos fue lo que vino a continuación. Tapándose los oídos, los adolescentes observaban con lágrimas y atónitos aquella escena surrealista. 9 balas impactaron en distintas partes del cuerpo de Gael; tres en el pecho, una en plena mandíbula, dos en el estómago y cuatro en las piernas.
Y como obra del mismo diablo, Gael seguía caminando, envuelto en un cuerpo bañado de heridas que expulsaban cataratas de sangre roja.
El agente cesó de disparar, con los ojos más abiertos que Nacho nunca hubiese visto antes, el policía observaba estupefacto, como a menos de un metro el chico seguía avanzando y se abalanzaba sobre él.

El agente cayó al suelo ante el peso del chico y se encontró cara a cara con el repugnante rostro de Gael. Antes de que el policía pudiese hacer algo, el chico se echó sobre su cuello pero el agente, consiguió poner el brazo en la boca de Gael para evitar el mordisco. Sin embargo, aquel movimiento tampoco fue la mejor opción, ya que el adolescente mordió el brazo del policía y arrancó un gran trozo de carne. El policía soltó un alarido mientras con horror, observaba como su brazo se teñía entero de rojo. El supuesto muerto, le agarró con una pálida mano la chaqueta y de nuevo se abalanzó contra su cuello. El policía asustado, cerró los ojos al reconocer su muerte y esperó el mordisco y con él el dolor. 

lunes, 7 de octubre de 2013

11.1         
…LOS MUERTOS CAMINARÁN SOBRE LA TIERRA

Gael era un chico al cual le encantaba ser el centro de atención; era delgado y llevaba un corte de pelo que él mismo denominaba “moderno”. Su piel morena era muy envidiable –algunos incluso afirmaban que su futuro iba a ser como modelo gracias a esa piel- y siempre resaltaba debido a su amplio conjunto de ropa de marca pija. Era guapo, muy guapo –lo que ayudaba a la teoría de que sería un gran modelo- y siempre producía un gran revuelo entre las chicas. Pero había un problema, Gael era gay. Y fue en el verano del año anterior, cuando por fin se atrevió a salir del armario y lo hizo a lo grande. Nacho, Ángel e Isma con infinita picardía todavía recuerdan aquella noche en la que un buen botellón dejó vulnerable a Guillermo y a raíz de eso, Gael entró en acción. El afectado siempre se había intentado borrar ese amargo momento de la cabeza, pero sus amigos, se lo impidieron recordándoselo cada poco tiempo. Lo que es cierto es que nunca nadie supo de verdad si Gael y Guillermo se liaron aquella noche, no es más que una leyenda urbana. Algunos afirmaban que los vieron y otros lo negaban. El propio Guillermo lo negaba y al contrario, Gael decía que aquella noche había sido única. Posiblemente todo lo que ocurrió nunca saliese a la luz.
Si a Gael siempre le encantaba ser el centro de atención, en ese momento se estaba luciendo: todo el mundo estaba observando en una mezcla entre confusión y miedo como el cuerpo del chico gay, estaba respirando.
-¿Qué demonios está ocurriendo? –Preguntó Paula derrumbándose en el suelo entre sollozos.
-Es imposible, totalmente imposible –contestó el policía negando con la cabeza.- Ese chico estaba muerto. Lo he comprobado hace nada, ¡Estaba muerto!
-Pues se ve que no lo has comprobado bien –contestó Isma con una mirada fulminante hacia el policía. Este evitó la mirada del alumno y la desvió hacia Fernando pero el profesor continuaba en silencio. Sus aterrorizados ojos miraban a su antiguo alumno que ahora estaba comenzando a tener un pequeño tic en la mano izquierda.
Durante los siguientes minutos, todos permanecieron en silencio, contemplando atónitos aquella macabra escena. Su pecho subía y bajaba a un ritmo lento pero constante mientras que el tic de la mano, ya se encontraba en todo el brazo izquierdo. Aquello no podía estar sucediendo, era innatural.
Las sacudidas del brazo, se fueron prolongando a todas las extremidades del cuerpo en escasos segundos. Todo el cuerpo de Gael estaba siendo sacudido por una descarga eléctrica. En su piel pálida y manchada de sangre, se podían apreciar claros cambios; varias venas de su cuerpo estaban empezando a remarcarse y a romperse, dando al joven alumno un aspecto demoníaco.
Paula, tirada en el suelo estaba totalmente aterrorizada, con los ojos rojos a causa de los lagrimones no paraba de susurrar palabras en un tono inaudible.
A su lado, Ángel estaba echo un ovillo, rezando por lo bajo frases de la biblia pidiendo ayuda a Dios. Nacho lo miró asustado, su amigo debía de estar perdiendo el juicio; nunca había dado su apoyo a la iglesia ni a la religión y sin embargo ahora, le estaba suplicando a Dios ayuda.
Pero no eran solo ellos, todos estaban susurrando palabras, incluso Nacho, se dio cuenta que el mismo estaba pidiendo socorro a nadie en particular. Aquello era demasiado, excesivo para unos simples niños de 16 años que hasta hace una escasa hora, se consideraban adultos.
Nacho estaba asustado, tenía miedo. Pensaba que aquello no podía ser más irreal pero se equivocaba, podía serlo. Con lagrimones por todas sus mejillas, pudo ver que aquel panorama empeoraba por momentos. Todos los cuerpos muertos de sus compañeros que yacían alrededor, estaban empezando a mover el pecho y algunos ya habían comenzado con aquel tic. ¿Qué estaba ocurriendo?
Los alumnos, tan desconcertados como los adultos, se miraban los unos a los otros intentando hallar en los ojos de alguien una respuesta, pero no existía. Fernando, pálido como un muerto miró a policía y este le devolvió la mirada asustado. El agente balbuceó algo y Fernando asintió. Con ligera torpeza, el profesor se levantó de la mesa en la que, hasta ese momento hubo sentado y con pasos lentos y poco decididos, llegó hasta el supuesto cadáver de Gael, que había dejado de vibrar. Ahora solo movía el pecho rítmicamente.
El catedrático se arrodilló ante el cadáver de su antiguo alumno y durante unos eternos segundos, lo observó. Se inclinó hacia delante, tratando de percibir la respiración del chico, pero no respiraba.
De repente, Gael abrió los ojos, totalmente ensangrentados –debido a todas las venillas invisibles y visibles que le habían estallados mientras inútilmente luchaba por respirar- y abrió la boca totalmente teñida de sangre, emitiendo un escalofriante gemido.
¿Olvidar alguna vez aquel sonido? Imposible. Aquel sonido era terrorífico, un profundo gemido sacado de las mismísimas entrañas del infierno. Seguramente, hasta el propio diablo temía aquel aterrador sonido. Vago y seco, el gemido podía poner los pelos de punta a cualquiera; salía a través de una garganta totalmente destrozada de tejidos que mientras moría, se habían hinchado hasta reventar y llenar toda la tráquea de sangre. Describirlo más, es imposible, había que estar en ese momento en la clase de 4ºB para saber  que aquel sonido inhumano y demoníaco, era capaz de aparecer a partir de ese momento en cualquiera de tus pesadillas. Y Nacho estaba allí, escuchando aquel gemido mientras quedaba grabado en su mente: jamás se lo podría sacar de la cabeza y mucho menos olvidarlo.
Todo sucedió demasiado rápido a partir de ese momento. Nadie reaccionó a tiempo para advertir a Fernando de lo que estaba sucediendo. Para cuando el agente había abierto la boca para avisarle, Gael o, mejor dicho, el monstruo que ahora vivía en el cuerpo del chico, se abalanzó a la base del cuello del profesor y con un violento giro de cabeza, le arrancó un gran pedazo de carne del tamaño de un puño dejándolo desangrado. Fernando no pudo hacer más que lanzar un aullido de dolor confusión y miedo antes de caer de lado, tieso como una piedra.
Joder, aquello era demasiado, excesivo, pero sobre todo imposible. Gael estaba realizando un acto de canibalismo delante de ellos y no podían hacer más que llorar y algunos vomitar.
La sangre salía a borbotones a través de la inmensa herida del profesor. Gael apoyó su fosforito pantalón teñido de sangre en el charco de sangre y con ayuda de sus manos, comenzó a destripar al catedrático. Aquella escena, también permanecería en su mente para el resto de la existencia de los allí presentes, sin poder jamás olvidarla. Las manos del alumno se introducían en la nueva herida de Fernando a la altura del estómago y de ella, sacaba grandes cantidades de órganos y carne que sin remordimientos se introducía en la boca. El hedor a sangre se dispersó como un rayo por la habitación e hizo que incluso el policía vomitase.