lunes, 7 de octubre de 2013

11.1         
…LOS MUERTOS CAMINARÁN SOBRE LA TIERRA

Gael era un chico al cual le encantaba ser el centro de atención; era delgado y llevaba un corte de pelo que él mismo denominaba “moderno”. Su piel morena era muy envidiable –algunos incluso afirmaban que su futuro iba a ser como modelo gracias a esa piel- y siempre resaltaba debido a su amplio conjunto de ropa de marca pija. Era guapo, muy guapo –lo que ayudaba a la teoría de que sería un gran modelo- y siempre producía un gran revuelo entre las chicas. Pero había un problema, Gael era gay. Y fue en el verano del año anterior, cuando por fin se atrevió a salir del armario y lo hizo a lo grande. Nacho, Ángel e Isma con infinita picardía todavía recuerdan aquella noche en la que un buen botellón dejó vulnerable a Guillermo y a raíz de eso, Gael entró en acción. El afectado siempre se había intentado borrar ese amargo momento de la cabeza, pero sus amigos, se lo impidieron recordándoselo cada poco tiempo. Lo que es cierto es que nunca nadie supo de verdad si Gael y Guillermo se liaron aquella noche, no es más que una leyenda urbana. Algunos afirmaban que los vieron y otros lo negaban. El propio Guillermo lo negaba y al contrario, Gael decía que aquella noche había sido única. Posiblemente todo lo que ocurrió nunca saliese a la luz.
Si a Gael siempre le encantaba ser el centro de atención, en ese momento se estaba luciendo: todo el mundo estaba observando en una mezcla entre confusión y miedo como el cuerpo del chico gay, estaba respirando.
-¿Qué demonios está ocurriendo? –Preguntó Paula derrumbándose en el suelo entre sollozos.
-Es imposible, totalmente imposible –contestó el policía negando con la cabeza.- Ese chico estaba muerto. Lo he comprobado hace nada, ¡Estaba muerto!
-Pues se ve que no lo has comprobado bien –contestó Isma con una mirada fulminante hacia el policía. Este evitó la mirada del alumno y la desvió hacia Fernando pero el profesor continuaba en silencio. Sus aterrorizados ojos miraban a su antiguo alumno que ahora estaba comenzando a tener un pequeño tic en la mano izquierda.
Durante los siguientes minutos, todos permanecieron en silencio, contemplando atónitos aquella macabra escena. Su pecho subía y bajaba a un ritmo lento pero constante mientras que el tic de la mano, ya se encontraba en todo el brazo izquierdo. Aquello no podía estar sucediendo, era innatural.
Las sacudidas del brazo, se fueron prolongando a todas las extremidades del cuerpo en escasos segundos. Todo el cuerpo de Gael estaba siendo sacudido por una descarga eléctrica. En su piel pálida y manchada de sangre, se podían apreciar claros cambios; varias venas de su cuerpo estaban empezando a remarcarse y a romperse, dando al joven alumno un aspecto demoníaco.
Paula, tirada en el suelo estaba totalmente aterrorizada, con los ojos rojos a causa de los lagrimones no paraba de susurrar palabras en un tono inaudible.
A su lado, Ángel estaba echo un ovillo, rezando por lo bajo frases de la biblia pidiendo ayuda a Dios. Nacho lo miró asustado, su amigo debía de estar perdiendo el juicio; nunca había dado su apoyo a la iglesia ni a la religión y sin embargo ahora, le estaba suplicando a Dios ayuda.
Pero no eran solo ellos, todos estaban susurrando palabras, incluso Nacho, se dio cuenta que el mismo estaba pidiendo socorro a nadie en particular. Aquello era demasiado, excesivo para unos simples niños de 16 años que hasta hace una escasa hora, se consideraban adultos.
Nacho estaba asustado, tenía miedo. Pensaba que aquello no podía ser más irreal pero se equivocaba, podía serlo. Con lagrimones por todas sus mejillas, pudo ver que aquel panorama empeoraba por momentos. Todos los cuerpos muertos de sus compañeros que yacían alrededor, estaban empezando a mover el pecho y algunos ya habían comenzado con aquel tic. ¿Qué estaba ocurriendo?
Los alumnos, tan desconcertados como los adultos, se miraban los unos a los otros intentando hallar en los ojos de alguien una respuesta, pero no existía. Fernando, pálido como un muerto miró a policía y este le devolvió la mirada asustado. El agente balbuceó algo y Fernando asintió. Con ligera torpeza, el profesor se levantó de la mesa en la que, hasta ese momento hubo sentado y con pasos lentos y poco decididos, llegó hasta el supuesto cadáver de Gael, que había dejado de vibrar. Ahora solo movía el pecho rítmicamente.
El catedrático se arrodilló ante el cadáver de su antiguo alumno y durante unos eternos segundos, lo observó. Se inclinó hacia delante, tratando de percibir la respiración del chico, pero no respiraba.
De repente, Gael abrió los ojos, totalmente ensangrentados –debido a todas las venillas invisibles y visibles que le habían estallados mientras inútilmente luchaba por respirar- y abrió la boca totalmente teñida de sangre, emitiendo un escalofriante gemido.
¿Olvidar alguna vez aquel sonido? Imposible. Aquel sonido era terrorífico, un profundo gemido sacado de las mismísimas entrañas del infierno. Seguramente, hasta el propio diablo temía aquel aterrador sonido. Vago y seco, el gemido podía poner los pelos de punta a cualquiera; salía a través de una garganta totalmente destrozada de tejidos que mientras moría, se habían hinchado hasta reventar y llenar toda la tráquea de sangre. Describirlo más, es imposible, había que estar en ese momento en la clase de 4ºB para saber  que aquel sonido inhumano y demoníaco, era capaz de aparecer a partir de ese momento en cualquiera de tus pesadillas. Y Nacho estaba allí, escuchando aquel gemido mientras quedaba grabado en su mente: jamás se lo podría sacar de la cabeza y mucho menos olvidarlo.
Todo sucedió demasiado rápido a partir de ese momento. Nadie reaccionó a tiempo para advertir a Fernando de lo que estaba sucediendo. Para cuando el agente había abierto la boca para avisarle, Gael o, mejor dicho, el monstruo que ahora vivía en el cuerpo del chico, se abalanzó a la base del cuello del profesor y con un violento giro de cabeza, le arrancó un gran pedazo de carne del tamaño de un puño dejándolo desangrado. Fernando no pudo hacer más que lanzar un aullido de dolor confusión y miedo antes de caer de lado, tieso como una piedra.
Joder, aquello era demasiado, excesivo, pero sobre todo imposible. Gael estaba realizando un acto de canibalismo delante de ellos y no podían hacer más que llorar y algunos vomitar.
La sangre salía a borbotones a través de la inmensa herida del profesor. Gael apoyó su fosforito pantalón teñido de sangre en el charco de sangre y con ayuda de sus manos, comenzó a destripar al catedrático. Aquella escena, también permanecería en su mente para el resto de la existencia de los allí presentes, sin poder jamás olvidarla. Las manos del alumno se introducían en la nueva herida de Fernando a la altura del estómago y de ella, sacaba grandes cantidades de órganos y carne que sin remordimientos se introducía en la boca. El hedor a sangre se dispersó como un rayo por la habitación e hizo que incluso el policía vomitase.

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