jueves, 29 de enero de 2015

No sé si todos los que me seguíais en este blog, sabéis que ahora la historia la he recomenzado en uno nuevo en el que voy subiendo pequeños fragmentos cada dos semanas. Me gustaría que si os apetece y tuvieseis tiempo, le echaseis un vistazo al nuevo blog que tiene este enlace: http://pandemiathelastday.blogspot.com.es/
Una vez más mis más sinceras gracias.
Un saludo y recordad: sobrevivid...

domingo, 20 de julio de 2014

He de anunciar que debido a unos problemas, he cambiado la dirección de mi blog y estoy volviendo a subir los capítulos de mi novela desde el principio, esta vez mejorados. La nueva dirección de mi blog es: http://pandemiathelastday.blogspot.com.es/ y espero que continuéis visitándola y, sobretodo disfrutándola como antes o incluso más. Disculpad las molestias y recordad: Sobrevivid en esta terrible pandemia...

martes, 21 de enero de 2014

13.3
SIN SALIDA

Esa fue la oportunidad que el adolescente estaba esperando e intentó escapar. Pero el profesor, todavía agarraba con ansias la vestimenta del chico. Joder, ¿Es qué esos seres no sentían nada? Cualquier humano, con semejante golpe en la espalda contra el marco de esa puerta –mal acabada, en pésimo estado y completamente astillada-, se estaría retorciendo de dolor. Sin embargo aquel ser no mostraba sensación alguna de dolor.

No sentían, no morían. Máquinas perfectas de matar.
Nacho consiguió, tras agitarse violentamente, zafarse de las garras del monstruo. Rápidamente, aprovechó esa oportunidad y se deslizó hacia atrás a una velocidad vertiginosa, hasta ser frenado al chocar con la cabeza con la punta de un pesado mueble metálico.
El golpe lo aturdió viendo miles de puntitos de colores. Después, todo se había vuelto negro. Aquello era el fin, el jodido fin.
Unas manos lo agarraron y tiraron de él al tiempo que el estruendo del disparo le hacía estremecer aun más. Aquellas manos que le agarraban, lo alejaron de la entrada del cuartito y acto seguido, le abrazaron. Todavía con los ojos medio borrosos, pudo adivinar que Zoey era la que le estaba abrazando y al mismo tiempo, estaba saboreando un sentimiento que nunca antes había sentido: el de saber que todavía estaba vivo.
-Tranquilo –le susurró Zoey al oído.- Ya ha pasado todo.
-¡Todavía no! –Gritó Isma
El No-Muerto que acababa de recibir un disparo en la mandíbula, aun no se había rendido y enloquecido y lleno de ira, buscaba la revancha. Se levantó y con la mandíbula medio desconfigurada, emitió un espeluznante gemido.
-¡Dios!, ¿No se suponía que si les disparabas a la cabeza, los matabas? –Preguntó Ángel desesperado mientras apuntaba al ser que ahora iba directamente a él con los brazos extendidos.
-¡A la cabeza!, ¡Apunta al cerebro, en la frente! –Gritó Nacho jadeando, intentando recuperarse del ataque.
Ángel asintió varias veces nervioso, dando a entender que y había comprendido a donde debía disparar. De nuevo, alzó la Glock y disparó. La caliente bala hizo impacto en la blanca pared, había fallado. Empapado en sudor, rectificó y apuntando mejor, abrió fuego dos veces seguidas.
El profesor cayó al suelo y como por arte de magia, dejó de moverse. El cadáver quedó tumbado en una posición totalmente natural, como si tan solo estuviese dormido, cerca de la entrada del cuarto, dejando un charco de sangre a su alrededor.
Ángel fue asaltado por unas arcadas que remataron en vómito. Acababa de matar a una persona. Eso era delito ¿No? No, ya no. El chico disparó porque aquel esquizofrénico les estaba intentando matar. Aquello le alivió más o menos, él no era culpable.
Mientras, Nacho todavía respiraba entrecortadamente mientras con sus manos, palpaba cada centímetro de su hombro al cuello, intentando encontrar su herida. Pero no la halló por el mero hecho de que el No-Muerto, no le había llegado a morder carne. Lo único que aquel ser había arrancado, fue la mitad de la capucha y cuello de la sudadera. Y el líquido que había sentido era la sangre coagulada que el profesor tenía acumulada en la boca.
Respiró todo lo aliviado que pudo, ya que en una situación como esa, uno no alcanzaba a relajarse del todo.
Esos cuatro disparos, habían sido como un detonador. Los golpes en la puerta de los No-Muertos, se habían multiplicado.
Y es que en realidad, a menos de dos metros, al otro lado de la puerta, más de treinta muertos, reclamaban incansables a sus presas.
Y tarde o temprano, las atraparían.
Sin embargo, Nacho sin llegar a aceptarla, con un último esfuerzo, consiguió rodar sobre su cadera hacia la izquierda y de este modo, conseguir que el cuerpo del monstruo impactase contra el marco de la puerta.
Esa fue la oportunidad que el adolescente estaba esperando e intentó escapar. Pero el profesor, todavía agarraba con ansias la vestimenta del chico. Joder, ¿Es qué esos seres no sentían nada? Cualquier humano, con semejante golpe en la espalda contra el marco de esa puerta –mal acabada, en pésimo estado y completamente astillada-, se estaría retorciendo de dolor. Sin embargo aquel ser no mostraba sensación alguna de dolor.
No sentían, no morían. Máquinas perfectas de matar.
Nacho consiguió, tras agitarse violentamente, zafarse de las garras del monstruo. Rápidamente, aprovechó esa oportunidad y se deslizó hacia atrás a una velocidad vertiginosa, hasta ser frenado al chocar con la cabeza con la punta de un pesado mueble metálico.
El golpe lo aturdió viendo miles de puntitos de colores. Después, todo se había vuelto negro. Aquello era el fin, el jodido fin.
Unas manos lo agarraron y tiraron de él al tiempo que el estruendo del disparo le hacía estremecer aun más. Aquellas manos que le agarraban, lo alejaron de la entrada del cuartito y acto seguido, le abrazaron. Todavía con los ojos medio borrosos, pudo adivinar que Zoey era la que le estaba abrazando y al mismo tiempo, estaba saboreando un sentimiento que nunca antes había sentido: el de saber que todavía estaba vivo.
-Tranquilo –le susurró Zoey al oído.- Ya ha pasado todo.
-¡Todavía no! –Gritó Isma
El No-Muerto que acababa de recibir un disparo en la mandíbula, aun no se había rendido y enloquecido y lleno de ira, buscaba la revancha. Se levantó y con la mandíbula medio desconfigurada, emitió un espeluznante gemido.
-¡Dios!, ¿No se suponía que si les disparabas a la cabeza, los matabas? –Preguntó Ángel desesperado mientras apuntaba al ser que ahora iba directamente a él con los brazos extendidos.
-¡A la cabeza!, ¡Apunta al cerebro, en la frente! –Gritó Nacho jadeando, intentando recuperarse del ataque.
Ángel asintió varias veces nervioso, dando a entender que y había comprendido a donde debía disparar. De nuevo, alzó la Glock y disparó. La caliente bala hizo impacto en la blanca pared, había fallado. Empapado en sudor, rectificó y apuntando mejor, abrió fuego dos veces seguidas.
El profesor cayó al suelo y como por arte de magia, dejó de moverse. El cadáver quedó tumbado en una posición totalmente natural, como si tan solo estuviese dormido, cerca de la entrada del cuarto, dejando un charco de sangre a su alrededor.
Ángel fue asaltado por unas arcadas que remataron en vómito. Acababa de matar a una persona. Eso era delito ¿No? No, ya no. El chico disparó porque aquel esquizofrénico les estaba intentando matar. Aquello le alivió más o menos, él no era culpable.
Mientras, Nacho todavía respiraba entrecortadamente mientras con sus manos, palpaba cada centímetro de su hombro al cuello, intentando encontrar su herida. Pero no la halló por el mero hecho de que el No-Muerto, no le había llegado a morder carne. Lo único que aquel ser había arrancado, fue la mitad de la capucha y cuello de la sudadera. Y el líquido que había sentido era la sangre coagulada que el profesor tenía acumulada en la boca.
Respiró todo lo aliviado que pudo, ya que en una situación como esa, uno no alcanzaba a relajarse del todo.
Esos cuatro disparos, habían sido como un detonador. Los golpes en la puerta de los No-Muertos, se habían multiplicado.
Y es que en realidad, a menos de dos metros, al otro lado de la puerta, más de treinta muertos, reclamaban incansables a sus presas.

Y tarde o temprano, las atraparían.

viernes, 3 de enero de 2014

13.2
SIN SALIDA

Aquella frase golpeó como plomo a todos los supervivientes. Estaban en una cárcel… Esas palabras eran las más reales pero más atormentadoras que habían escuchado hasta ese momento.
               -¡Estamos y moriremos en esta puta cárcel si no hacemos nada para evitarlo! –Replicó Nacho intentando levantar la moral de sus amigos
               -¿Y qué coño quieres hacer? –Preguntó Rubén perdido de los nervios.
               -Sencillo. Escapar por la única salida posible: las ventanas –contestó Nacho.
               -¿Pero tú has escuchado algo, Baquetas? –Refutó Isma.
               -Dejadme explicar; es muy sencillo. Solo tenemos que entrar en el cuartito y coger algo que nos sea útil –comenzó a explicar el adolescente mientras ya ponía rumbo al lugar citado.- Además, cuando escapemos, probablemente necesitemos material, en ese cuarto, Jaime guarda de todo. Tendremos todo lo que necesitamos.
               -Y cabe la posibilidad de que también haya medicamentos para Pablo. Es verdad –comentó Ángel esperanzando levantándose de la pared en la que se había apoyado.-, ¡Puede ser una mina de oro!
               El resto del grupo se miró, quizás abrir aquella puerta era la única que opción que tenían para poder escapar de allí con vida.
               Nacho apoyó la Glock en la mesa más cercana y agarró el pomo de la puerta que cerraba el cuarto. Con un fuerte tirón, la abrió.
               Se estremeció al llegarle a las fosas nasales, un leve aroma a sangre y a partir de ese momento, todo sucedió muy rápido.
               Un montón de material de laboratorio amontonado en el interior del cuarto, al lado de la puerta de este, se vino abajo con un gran estruendo al caer y fragmentarse en el suelo. Tras eso, de la oscuridad de la habitación, emergieron un par de brazos de un color cerúleo y después, el resto del cuerpo. El profesor de Física y Química, un hombre de unos cincuenta años, con un polo azul marino teñido en sangre estirado debido a la barriga cervecera, una expresión muerta en los ojos y una boca ensangrentada y ferozmente abierta. Un No-Muerto.
               Los reflejos obtenidos a través del judo, fueron lo que le salvaron la vida a Nacho en ese preciso instante. Consiguió dar un veloz paso atrás que evitó que el No-Muerto le sentenciara con una devastadora dentellada en la yugular.
               Sin embargo, el muerto tropezó con todo el material de laboratorio, desperdigado por el suelo y dio un par de traspiés para a continuación, caer encima del adolescente. Nacho, no consiguió alcanzar la pistola antes de que todo el peso de su ex-profesor le cayera encima y con él impulso de los dos, acabasen aterrizando en el suelo.
               El adolescente tenía al monstruo totalmente pegado a él, casi podía sentir su respiración, si la tuviese. Consiguió mantener la boca del No-Muerto alejado de su carne al sujetarle los brazos y tener la pierna derecha semiflexionada entre los dos.
               -¡AYUDA! –Gritó Nacho desesperado comenzando a notar dolorosos calambres en los brazos al mantenerlo encima suya impidiendo que el enloquecido profesor clavase sus dientes es su cuerpo.- ¡Joder, sacádmelo de encima!
               Ángel pensó a toda velocidad y mientras Isma, Zoey y Rubén se levantaban corriendo a liberar a Nacho del No-Muerto, él corrió a por la Glock.
               El muerto, sin demostrar ninguna sensación de cansancio, continuaba su cometido de mater y devorar a su presa. Abría y cerraba la mandíbula sin cesar, cada vez más cerca del cuello de Nacho, más cerca.
               El chico ya no podía más, más cerca.
               Con un gruñido de dolor, Nacho, notó como los dientes del No-Muerto estaban a menos de cinco centímetros de su cuello y cada vez aun más cerca, más cerca, más…

               Un aullido de sorpresa resonó por toda la clase, un gritó que estremeció y dejó sin respiración a los seis supervivientes. El rostro de Nacho palideció al momento. Ese grito había emergido de su propia garganta al notar como el No-Muerto cerraba sus fauces sobre él. No sintió dolor, solo algo líquido y pegajoso sobre la base de su cuello, ¿Así era la muerte?

domingo, 8 de diciembre de 2013

13.1
SIN SALIDA

La habitación estaba oscura, iluminada solo por algún atrevido rayo de Sol que se colaba a través de las persianas mal cerradas. Un constante goteo hacía eco en toda el aula, alguien se habría dejado uno de los grifos mal cerrado. Nacho se acordó de mala manera en todos los parientes de ese inconsciente. Escuchar aquel incansable goteo cuando uno está a punto de perder la cabeza, era una mala combinación.
               Era aterrador por varias razones: la primera, era la ausencia total de luz, sonido y movimiento. La segunda y más devastadora, era que mientras en esa habitación cubierta de grotescas y espectrales sombras, reinaba el silencio, en el exterior, miles de gritos, golpes y aquel sonido que siempre acompañaba al gemido: el arrastre. En un completo silencio, oír esa especie de arrastre contra el suelo acompañado con algún ocasional gemido, podía poner incluso al hombre más valiente del mundo, los pelos de punta.
               Moviéndose entre las sombras, el chico alcanzó a encontrar el interruptor y súbitamente todos los brillantes y blancos focos, iluminaron toda el aula de Física y Química. Con una fugaz pasada de vista, Nacho comprobó que entre las cuatro largas mesas que componían la clase, no había ningún No-Muerto. En efecto, el aula estaba vacía a excepción de los adolescentes que ahora habían entrado para refugiarse.
               Con el miedo chorreando por todos los poros de la piel, los seis supervivientes se derrumbaron temblorosos y agotados sobre el primer lugar que encontraron, sin importar si era cómodo o no. La comodidad no era lo que más les importaba en una circunstancia en la que sus vidas estaban en juego.
               Nacho, pronto se dio cuenta de la magnitud de la situación: estaban solos, sin salida y rodeado de centenares de No-Muertos. Sin poder apartar la vista de la puerta, veía como esta, temblaba cada vez que uno de esos seres descargaba con fiereza un puñetazo sobre ella.
               Ya no se escuchaba ningún otro ruido que no fuese los constantes golpes en la puerta. Nacho se levantó agitado, captando la atención de todos sus compañeros, excepto la de Pablo, que con cara pálida y sudorosa, luchaba por mantenerse consciente, pero su herida era grave y le dolía mucho.
               Era cuestión de minutos que aquella puerta de madera barata –típica de cualquier colegio-, cediese ante el imponente peso de esas cosas que, a cada segundo que pasaba, aumentaban su número golpeando la madera.
               -¡Tenemos que salir de aquí! –Vociferó el chico dirigiéndose al pequeño cuarto que había en la esquina contraria de la clase que Jaime, el profesor, utilizaba como desván de miles de reliquias: desde material de laboratorio hasta todas las pertenencias confiscadas durante años a los alumnos, desde películas hasta una espada vikinga.- La puerta no va a resistir mucho tiempo.
               -Te recuerdo que Pablo se está desangrando… -Comentó Rubén negando la realidad. Sabía de sobra que el miedo se había apoderado de él y aunque quisiese sobrevivir, no podía hacer nada para sacarse aquel terror.
               -También hay que destacar que estamos en una clase. La única salida es la misma entrada –recordó Ángel escuchando amargamente sus propias palabras. Era verdad, no había escapatoria. Aquello no era como en las películas o libros en donde los personajes siempre encontraban una segunda salida o una puerta trasera.
               -¿Y las ventanas? –Preguntó Zoey arrepintiéndose al instante de aquellas estúpidas palabras que acababan de salir de su boca.

               -Las ventanas tienen barrotes –contestó Isma con la mirada fija en los hierros de las ventanas. Aquellas barras, habían sido construidas con muy buena intención, para que nunca hubiese un desafortunado accidente. Sin embargo, aquella buena obra, era ahora su sentencia.- ¡Esto es una jodida cárcel!

sábado, 30 de noviembre de 2013

            12
          RATONERA

Tenía una mínima de cómo cargar del todo y utilizar aquella glock, gracias a que de vez en cuando, jugaba al airsoft con sus amigos. Un juego en el que se utilizan réplicas muy reales de armas de todo tipo y balas de plástico para matarse entre amigos divididos en equipos y pasar un buen fin de semana.
               Nacho apuntó el arma acompañado de temblores de miedo contra un ser y abrió fuego. Sorprendido por el retroceso del arma, se detuvo un instante mientras veía caer el pesado cuerpo del No-Muerto al suelo, pero pronto, se volvió a levantar.
               Consiguieron salir al exterior del aula llegando al pasillo. Nacho comprobó que las escaleras que conducían definitivamente al aire libre, estaba invadida por una inmensa marea de No-Muertos. Intentar salir por ese lugar, no era una opción. Con un movimiento de cabeza, Ángel le indicó que entrasen en el aula de Física en la que normalmente, a primera hora de un jueves, está vacía.
               -¡Rápido, a clase de Física! –gritó Nacho para que los que estaban atrás del grupo supiesen hacia donde poner rumbo.
               Zoey y Rubén, que se encontraba en la cola del grupo intentando proteger la retaguardia, oyeron el mensaje y pusieron rumbo a la clase que se encontraba al lado: la de Física. Pero antes de llegar hasta allí, Rubén desvió la mirada por última vez a la clase de historia, donde hasta hace escasos segundos, habían estado ellos. En la entrada de esta,  unas dos docenas de No-Muertos, estaban devorando el cadáver del policía. Pero lo que más le aterrorizó fue lo que vio después. Del aula, salió una atractiva adolescente de corta falda y camiseta de tirantes ajustada, empapada totalmente en sangre. Tenía una horrible herida en la base del cuello y tenía una amputación severa, ¡Le faltaba todo el brazo derecho! Con un gemido seco, aquella muchacha comenzó a caminar hacía él mientras una hilera de intestinos bañados en sangre, salían de su abdomen y se enredaban en sus pies. La chica, con venas oscuras remarcadas sobre una pálida piel, le miró con unos ojos muertos de córnea amarilla. Una devastadora y profunda herida, resaltaba en la cara de la joven.
               Rubén no pudo hacer más que vomitar al ver aquello, ¡Esa chica era Paula!, la amiga de su clase a la que inútilmente, minutos antes había intentado salvarle la vida. Y ahora estaba allí, andando como si todas aquellas heridas mortales que tenía en su atractivo cuerpo, nunca hubiesen sido infringidas. Pero estaba muerta, rematadamente muerte. En ese momento, Paula era un No-Muerto e iba a por su carne.
               ¿Qué significaba eso? ¿Era algún tipo de virus que si uno moría revivía como otro más de esos diabólicos seres?
              
Ángel se adelantó para abrir la puerta del aula de Física y con una rápido movimiento mandó entrar a todos, no podían perder más tiempo, tenían a los muertos en los talones.
               -¡Rápido, entrad! –chilló Nacho colocándose a un lado de la entrada exterior dejando paso a sus amigos para que entrasen mientras él los intentaba cubrir. Ángel  entró el primero seguido del mareado Pablo apoyado en Isma.

Zoey vio que Rubén estaba paralizado observando a la nueva Paula, de un tirón, en el brazo, hizo que el comunista empezase a reaccionar. Siguieron al grupo hasta la entrada pero un No-Muerto agarró el tobillo de la chica.
               -¡Joder! –gritó Zoey intentando zafarse de las fuertes garras del monstruo. Rubén, con un potente pisotón liberó a la joven, no iba a permitir que otra persona más muriese sin él poder hacer nada. Pero de repente, unas frías manos le agarraron por los hombros.
               Todo sucedió muy rápido, notaba como las manos aumentaron la presión del agarre y un escalofrió recorrió su empapada espalda bañada en sudor cuando sintió que una dentadura empezaba a rozar su cuello.
               -Ayud… -La palabra suplicante se vio interrumpida por el estruendo de un disparo.
               Algo extremadamente caliente, pasó muy cerca de la cara del comunista impactando de lleno en la frente de Paula. Salpicaduras de gotas rojas de sangre rociaron la aterrorizada y confusa cara de Rubén. La No-Muerto, salió despedida un par de metros hacia atrás, momento que Zoey utilizó para devolverle el favor a su amigo y ayudarle. Tirando de él, se dirigieron al interior de la clase que ahora utilizarían como refugio. Antes de cerrar la puerta, Nacho realizo una última visión del panorama.

               A lo largo de todo aquel edificio, se escuchaban gemidos y aullidos. Aquellos gritos de dolor eran de otros supervivientes de otras clases que no habían podido escapar de los No-Muertos. Vio como cinco de esos infernales seres ponían rumbo a su refugio y sin detenerse más, cerraron la puerta de la clase.

domingo, 10 de noviembre de 2013

12
RATONERA

La situación era crítica pero no dejaba de ser surrealista; los estudiantes que hasta hacía poco se habían dado por muertos, se levantaron y como si nada hubiera ocurrido, comenzaron a caminar. Pero caminaron para buscar comida y esa comida no era otra cosa que carne humana. Carne humana viva.
               Y por sin no fuera poco, el panorama empeoraba por momentos. Rubén e Isma luchaban contra dos No-Muertos mientras con repugnancia, observaban como cuatro o cinco de esos seres, se estaban comiendo a Paula.
               Mientras, el policía ya había gastado su munición y al tiempo que recargaba, Ángel y Nacho lo cubrían como podían golpeando con furia a sus antiguos compañeros y es, aunque les doliese luchar a muerte contra lo que fueron hasta hace unos escasos cuarenta y cinco minutos eran amigos suyos, no podían aflojar la fuerza. Si lo hacían, morirían. En realidad, había dos opciones, rendirse y convertirse en comida para los trastornados No-Muertos o, no aflojar la furia y sobrevivir. Y sin dudarlo, habían escogido realizar la segunda opción.
               Un grito femenino, puso los pelos de punta a Nacho al reconocer aquella voz. ¡Era Zoey! Un No-Muerto se había abalanzado contra ella pero Pablo, le había propinado una patada en el estómago que hizo retroceder al ser un par de metros hacia atrás. Pero el muerto, no se rindió y de nuevo, atacó a la pareja que no se dio cuenta que por su espalda se acercaba otro No-Muerto.
               -¡PABLO, ZOEY! ¡A VUESTRA ESPALDA! –Gritó Nacho con todas sus fuerzas haciéndose oír por encima de los gritos, los golpes, los disparos pero sobre todo, de los gemidos. La pareja se giró para ver como un No-Muerto se lanzaba contra ellos. Con dificultad en el último instante lo consiguieron esquivar.
               -¡Hay que salir de la clase! –Vociferó Ángel proporcionando una patada digna de un elevado cinturón de kung en pleno pecho a un No-Muerto.- ¡Si continuamos aquí, nos atraparan! ¡Estamos en una jodida ratonera!
               Isma y Rubén consiguieron abrirse paso costosamente entre la multitud de No-Muertos para llegar al grupo que se encontraba formado en el centro de la clase por el resto de los supervivientes.
               -¡El chico tiene razón! –Gritó el policía al tiempo que abría fuego contra una joven de pelo negro que se acercaba peligrosamente a Pablo.- ¡Tenemos que salir!
               El agente se puso en la cabecera del grupo y disparando, empezó a abrir camino al resto de los vivos. O lo intentaba, ya que los No-Muertos eran demasiados numerosos. ¿Cuántos habría? ¿Cincuenta, sesenta? Por cada uno que caía, aparecían dos o tres más. Un aullido desgarrador resonó en la clase cuando un muerto arrastrándose en el suelo, mordió en el gemelo derecho a Pablo. Con una fuerte patada en plena sien, Isma consiguió liberar al herido de la dentellada, pero la mordedura había hecho su función. Pablo notó algo pegajoso en los pantalones, bajó la mirada y comprobó mareándose, que sus pantalones estaban totalmente empapados de sangre. El comunista, le ayudó a continuar la huida dejando al compañero de su clase, que se apoyase en él.
               -¡Mierda, tengo que recargar! –gritó el policía cuando se dio cuenta de que su arma había dejado de disparar y hacía el característico click informador de que la munición se había agotado.

               Media docena de esos seres, aprovecharon ese instante de vulnerabilidad para abalanzarse sobre el indefenso agente. Este no pudo hace más que soltar la pistola a medio cargar, lanzando un aullido de dolor y sorpresa. Nacho recogió su pistola mientras el policía desaparecía bajo una inmensa masa de No-Muertos que aumentaba por segundo.