5.2
LA HORA FINAL
Pero algo brilló dentro de Nacho;
Zoey le contestó el saludo sin muchos ánimos. Sin embargo, Borja miró de reojo
a Nacho y suponiendo que iba a hablar con la niña, continuó con la caza de la
chica. No la iba a dejar escapar, no otra vez. Cuando Zoey comenzó una relación
con aquel subnormal al que todo el mundo llamaba Baquetas, él sufrió mucho y
aunque lo ocultase, amaba con toda su alma a la joven. Enviándole una
envenenada sonrisa de triunfo a Nacho, de nuevo se acercó a la chica y apartándoles
unos.
-Sé
que estos días estás un poco jodida, si quieres ahora que llegan las
vacaciones, quedamos e intento animar esa cara.
-No
creo que sea el mejor momento para hacerlo, Borja.
-Tranquila,
no te quiero meter presión pero piénsatelo. Recuerda que todavía tenemos
pendiente la cena –apuntó Borja haciendo un gesto como si estuviese rapeando.
¿Cena?
¿Qué cena? Nacho sintió una punzada en el corazón al escuchar las palabras de
Borja y más cuando Zoey con una sonrisa muy forzada contestó:
-No
se me olvida, tranquilo. Este sábado la hacemos.
Borja
lo miró y de nuevo sonriendo a su mayor rival, susurró en unas palabras
inaudibles:
-Este
duelo lo he ganado yo, Baquetas. Has perdido.
Nacho
disgustado, decidió marcharse. Desconsolado se sentó en las gradas al lado de
Isma y Valentina y apoyando la cabeza sobre las manos perdió la mirada en el
horizonte. Con ambos dedos índice y corazón de cada mano, se empezó a masajear
la sien. Intentando animarse, pensó que aun quedaba una larga mañana para tener
otra oportunidad y hablar con Zoey, pero era inútil, ella no quería hablar con él;
dos semanas atrás le había dicho claramente que ya no le quería.
Quedaba
un par de minutos para que tocase el timbre y nada iba según lo esperado.
-¡Mirad
lo que he encontrado por el camino! –gritó Yago al llegar junto al grupo tirando
la mochila al suelo mojado. Llevaba las manos cerradas, tenía algo en su
interior. Isma, Valentina, Nacho, Mario y algún otro curioso, formaron un
círculo alrededor del adolescente recién llegado.- Vais a flipar.
Separó
las manos y dejó a la vista un saltamontes que brincó hacia el pelo de
Valentina. La chica chilló al tiempo que se revolvía el pelo para librarse del
animalito.
-¡La
madre que te parió! –Gritó Isma a Yago en un estado entre enfurecido y
divertido al ver la reacción de su novia.
-No
me pegues. Tienes que reconocer que es increíble. Un saltamontes en invierno
–dijo Yago intentando disculparse mientras escapaba a lo largo del campo de
fútbol de Isma.
El
resto de la gente estalló en risas, incluso Nacho. Pero estas se vieron
interrumpidas por el sonido del timbre, era hora de comenzar las clases.
Resoplando y sin ganas, todos los alumnos pusieron rumbo a las aulas.
Nacho
caminaba junto a Ángel y María cuando de repente los empujaron. Cuatro niños
pequeños de no más de siete años, simulando ser cuatro jinetes de caballos
trotando al galope. Al mismo tiempo, un policía pasó entre los tres
adolescentes y lo saludaron amablemente sin embargo, el agente no contestó el
saludo, sino que simplemente se limitó a observar a Nacho. Durante unos
segundos, el policía no apartó la vista del chico.
-Ya
la has liado tío. Hoy vas directo a la trena.
Pero
Nacho no contestó. Los ojos de ese agente le sonaban mucho. Demasiado.
Continuaron
su camino a clase despidiéndose de María antes de entrar, la chica le dijo a
Nacho en un susurro al oído, que todo iba a salir bien. El adolescente no
alcanzó a comprender el significado de aquellas palabras y se despidió de ella
con un beso en la mejilla de aquella curiosa, misteriosa pero increíble chica.
Le caía muy bien aunque la hubiese conocido unos meses atrás. Ángel se despidió
con un beso muy próximo a los labios, se notaba de sobra que entre ellos iba a
suceder algo muy pronto.
<<Ojalá
hoy sea un día tranquilo>> pensó Nacho mientras entraba en clase.
El
timbre había dado por comenzado las clases y al mismo tiempo, aunque en ese
momento lo ignorasen, también había dado por finalizada la era de la raza
humana.
Los
minutos se habían agotado…
Y
así, estalló la tormenta…
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