jueves, 1 de agosto de 2013

5.2
LA HORA FINAL

Pero algo brilló dentro de Nacho; Zoey le contestó el saludo sin muchos ánimos. Sin embargo, Borja miró de reojo a Nacho y suponiendo que iba a hablar con la niña, continuó con la caza de la chica. No la iba a dejar escapar, no otra vez. Cuando Zoey comenzó una relación con aquel subnormal al que todo el mundo llamaba Baquetas, él sufrió mucho y aunque lo ocultase, amaba con toda su alma a la joven. Enviándole una envenenada sonrisa de triunfo a Nacho, de nuevo se acercó a la chica y apartándoles unos.
               -Sé que estos días estás un poco jodida, si quieres ahora que llegan las vacaciones, quedamos e intento animar esa cara.
               -No creo que sea el mejor momento para hacerlo, Borja.
               -Tranquila, no te quiero meter presión pero piénsatelo. Recuerda que todavía tenemos pendiente la cena –apuntó Borja haciendo un gesto como si estuviese rapeando.
               ¿Cena? ¿Qué cena? Nacho sintió una punzada en el corazón al escuchar las palabras de Borja y más cuando Zoey con una sonrisa muy forzada contestó:
               -No se me olvida, tranquilo. Este sábado la hacemos.
               Borja lo miró y de nuevo sonriendo a su mayor rival, susurró en unas palabras inaudibles:
               -Este duelo lo he ganado yo, Baquetas. Has perdido.
               Nacho disgustado, decidió marcharse. Desconsolado se sentó en las gradas al lado de Isma y Valentina y apoyando la cabeza sobre las manos perdió la mirada en el horizonte. Con ambos dedos índice y corazón de cada mano, se empezó a masajear la sien. Intentando animarse, pensó que aun quedaba una larga mañana para tener otra oportunidad y hablar con Zoey, pero era inútil, ella no quería hablar con él; dos semanas atrás le había dicho claramente que ya no le quería.
               Quedaba un par de minutos para que tocase el timbre y nada iba según lo esperado.
               -¡Mirad lo que he encontrado por el camino! –gritó Yago al llegar junto al grupo tirando la mochila al suelo mojado. Llevaba las manos cerradas, tenía algo en su interior. Isma, Valentina, Nacho, Mario y algún otro curioso, formaron un círculo alrededor del adolescente recién llegado.- Vais a flipar.
               Separó las manos y dejó a la vista un saltamontes que brincó hacia el pelo de Valentina. La chica chilló al tiempo que se revolvía el pelo para librarse del animalito.
               -¡La madre que te parió! –Gritó Isma a Yago en un estado entre enfurecido y divertido al ver la reacción de su novia.
               -No me pegues. Tienes que reconocer que es increíble. Un saltamontes en invierno –dijo Yago intentando disculparse mientras escapaba a lo largo del campo de fútbol de Isma.
               El resto de la gente estalló en risas, incluso Nacho. Pero estas se vieron interrumpidas por el sonido del timbre, era hora de comenzar las clases. Resoplando y sin ganas, todos los alumnos pusieron rumbo a las aulas.
               Nacho caminaba junto a Ángel y María cuando de repente los empujaron. Cuatro niños pequeños de no más de siete años, simulando ser cuatro jinetes de caballos trotando al galope. Al mismo tiempo, un policía pasó entre los tres adolescentes y lo saludaron amablemente sin embargo, el agente no contestó el saludo, sino que simplemente se limitó a observar a Nacho. Durante unos segundos, el policía no apartó la vista del chico.
               -Ya la has liado tío. Hoy vas directo a la trena.
               Pero Nacho no contestó. Los ojos de ese agente le sonaban mucho. Demasiado.
               Continuaron su camino a clase despidiéndose de María antes de entrar, la chica le dijo a Nacho en un susurro al oído, que todo iba a salir bien. El adolescente no alcanzó a comprender el significado de aquellas palabras y se despidió de ella con un beso en la mejilla de aquella curiosa, misteriosa pero increíble chica. Le caía muy bien aunque la hubiese conocido unos meses atrás. Ángel se despidió con un beso muy próximo a los labios, se notaba de sobra que entre ellos iba a suceder algo muy pronto.
               <<Ojalá hoy sea un día tranquilo>> pensó Nacho mientras entraba en clase.
               El timbre había dado por comenzado las clases y al mismo tiempo, aunque en ese momento lo ignorasen, también había dado por finalizada la era de la raza humana.
               Los minutos se habían agotado…

               Y así, estalló la tormenta…

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